La ciudad de Santiago de Guatemala (hoy La Antigua Guatemala) fue trazada en forma reticular, con calles orientadas de norte a sur y de este a oeste, organizadas alrededor de la Plaza Mayor —también llamada Plaza Real o Plaza de Armas—, donde se ubicaron los principales edificios civiles y religiosos.

Entre 1549 y 1563, las propiedades situadas al sureste de la plaza fueron adquiridas por la Corona y destinadas a la residencia del primer presidente de la Real Audiencia de los Confines, Alonso López Cerrato. Allí se levantó un edificio modesto de adobe, artesonado y techo de teja, que sustituyó a la sede anterior de la Audiencia en Gracias a Dios (Honduras), la cual carecía de condiciones adecuadas. En 1558 inició la construcción de las Casas Reales, que albergaban la caja real, la cárcel, el cuartel, la sala de armas, viviendas de oidores, caballerizas, bodegas y huertos.

Para 1678, el Palacio de los Capitanes Generales ya era un edificio de dos niveles con un portal sostenido por columnas de madera. Sin embargo, los terremotos de San Miguel en 1717 lo dañaron gravemente, aunque fue reparado por Diego de Porres en 1720, con intervenciones que continuaron hasta 1736. Un nuevo terremoto en 1751 lo destruyó casi por completo, por lo que tuvo que reconstruirse integralmente bajo la dirección del arquitecto mayor Luis Díez de Navarro. En esta ocasión se ordenó que el diseño se asemejara al del Ayuntamiento, incorporando un portal de columnas de piedra, cúpulas en los intercolumnios y bóvedas. La obra quedó concluida entre 1765 y 1768.

Para 1773 el Reino de Guatemala era extenso y próspero, con numerosos gobiernos, ciudades, conventos, colegios y edificios públicos. La ciudad contaba con lujosas residencias, magníficos templos —26 iglesias y 15 ermitas— y destacadas instituciones civiles como la Real Universidad, la Real Aduana, la Casa de la Moneda, hospitales y cárceles.

El 29 de julio de 1773, durante la festividad de Santa Marta, un fuerte sismo seguido de un terremoto devastador destruyó gran parte de las edificaciones, provocó el colapso de acueductos y generó desabastecimiento. Tras varias reuniones presididas por el gobernador Martín de Mayorga, las autoridades informaron al rey Carlos III sobre la situación y propusieron trasladar la ciudad al valle de La Ermita, zona considerada más segura. Nuevos sismos en diciembre reforzaron esta decisión, y en enero de 1774 el Consejo de Indias aprobó el traslado provisional. Bajo el gobierno de Matías de Gálvez, entre 1779 y 1783, el abandono de Santiago quedó consolidado.

Aunque los terremotos causaron graves daños, el saqueo posterior fue aún más destructivo. Desde enero de 1775, por orden oficial, comenzaron a desmontarse materiales reutilizables del Palacio Real —como puertas, ventanas, balcones y elementos ornamentales— para emplearlos en la construcción de la nueva capital, lo que dejó el edificio prácticamente despojado.