Las ruinas de la Iglesia de San José El Viejo, ubicadas a tres cuadras al sur del Parque Central de La Antigua Guatemala, se encuentran sobre la Calle del Arco, aunque en el extremo opuesto al célebre Arco de Santa Catalina. Este antiguo templo, además de resaltar por la sobria belleza de sus muros coloniales, posee una historia tan fascinante como el entorno que lo rodea, lo que lo convierte en uno de los rincones más evocadores de la ciudad.

La fachada del templo presenta un diseño tradicional, con un frente alto de estilo espadaña flanqueado por dos torres que sostenían los campanarios. Su estructura cuenta con columnas adornadas con detalles circulares y, en su interior, se conservaban retablos de gran valor artístico. Tras quedar completamente en ruinas, en 1990 se iniciaron trabajos de restauración que devolvieron parte de la vistosidad original del edificio.

Al igual que muchas otras construcciones coloniales afectadas por los terremotos, su uso posterior se alejó del propósito religioso inicial, pues durante un tiempo funcionó como una industria dedicada al procesamiento de pieles.

Las ruinas de este templo, relativamente pequeñas, comparten la misma calle del Arco de Santa Catalina y conservan en su jardín un árbol de esquisúchil, asociado al Santo Hermano Pedro de Betancourt, lo que añade un valor histórico y espiritual al lugar.