Elaboración de Canastos de Carrizo

La creación de estas artesanías es testimonio de un legado milenario que aún se mantiene vivo en la comunidad de Bexoncan, del municipio de Ixchiguán.

En esta aldea, el artesano don Óscar Eligio, de 52 años de edad, recuerda que desde los cinco años ayudaba a sus padres en la elaboración de canastos de carrizo. Hoy continúa con esta tradición, tejiendo cada pieza con paciencia y habilidad, utilizando únicamente sus manos.

Para elaborar un canasto artesanal, el artesano se encarga de cortar personalmente el carrizo, seleccionando varas, en algunos casos, aún semitiernas. Luego les retira las hojas con un cuchillo, y algunas piezas son calentadas al fuego para otorgarles mayor elasticidad. El material empleado, el carrizo, es una planta silvestre y común que crece principalmente en las orillas de los ríos. En las comunidades, una vez seco, también se utiliza para construir cercas que rodean viviendas, parcelas o corrales para animales de traspatio.

El primer paso del proceso consiste en cortar la materia prima. Esta fibra crece en abundancia en los terrenos de la comunidad. Posteriormente, se eliminan las impurezas —como hojas y coberturas— con un machete, y se corta el carrizo en tiras delgadas y lisas para facilitar el trenzado. Por lo general, esta labor está a cargo de los hombres, ya que requiere fuerza; sin embargo, en algunos casos, las mujeres también desempeñan este trabajo cuando no cuentan con ayuda.

La elaboración continúa con el trenzado del arco. Este proceso se realiza utilizando las manos y los pies, reforzando la estructura con una vara larga y gruesa que permite al canasto soportar el peso de los objetos que se transportarán en él. Ese es el secreto de un buen canasto: contar con un refuerzo sólido y bien tejido.