“¡Apunten!.. ¡¡¡Fuego…!!!”… Fue lo último que escucharon los sentenciados.
Tres días antes de enfrentar el pelotón de fusilamiento, el coronel Marciano Casado encabezó un alzamiento contra el régimen del general Lázaro Chacón, el cual pretendía su reelección como presidente de la República, pero fuentes de la época afirman que era un plan simulado y siniestro, para dejar al descubierto a los enemigos de dicha administración política.
Dentro de la dinámica de la Revolución de los Coroneles y el plan del gobierno para sofocarlo, se ordena en el caso de Coatepeque, Quetzaltenango, el llamamiento de todos los milicianos para reforzar los puntos vulnerables del municipio y proteger la Plaza de Armas, la cual estaba bajo la responsabilidad del coronel Ismael Marroquín; como segundo, el teniente Luis Felipe Figueroa y el juez de primera instancia, licenciado Guillermo Cabrera Martínez, quien fungía como auditor militar. El coronel Marroquín fue relevado de su puesto y enviado a prisión, por tenerse sospechas de que colaboraba con los alzados, el 19 de enero de 1929 por la noche. El segundo, fiel al gobierno del presidente Chacón, asume el puesto y la responsabilidad de defender la plaza. A las tres de la madrugada, en un retén se detiene el vehículo en el cual viaja el coronel Manuel de Jesús Monteagudo, su sobrino Calixto Monteagudo de 22 años, el señor Fermín Cervenz (español) y el conductor del taxi, Rogelio Alonzo, quienes fueron hechos prisioneros de inmediato. En un juicio sumarísimo, que duró seis horas, el auditor militar condenó a los cuatro prisioneros a que fueran “Pasados por las armas”, en base a lo que establece el Código Militar. Una sola descarga de fusilería del pelotón fue suficiente para terminar con la vida de los sentenciados, a las once de la mañana; el silencio fue sepulcral en el lugar de la ejecución, solo las aves alzaron vuelo, asustadas por el sonido de la descarga. Luego, del procedimiento del médico y el tiro de gracia de oficio. Fueron enterrados en una fosa común, en lo más alejado del cementerio municipal de Coatepeque. La proclama de la rebelión que se emitió justificaba las acciones que pretendían, la no reelección del general Lázaro Chacón y pondría en orden la administración pública, evitaría la corrupción y haría que se aplicara correctamente la inversión de los fondos públicos. El coronel Marciano Casado, iniciador del movimiento, huyó a México disfrazado de sacerdote.

Es muy interesante un comentario en FB del Dr. Bernal Herrera Monteagudo el que se escribe en forma literal:
«Hola, buenas noches.
Su nombre correcto era Manuel de Jesús Isidro Monteagudo Carrazana, falleció de 52 años. Nació en Comitán México pero vivió toda su vida en Guatemala. Fue Coronel del Ejército, no era ningún brujo y es falso que lo hayan enterrado parado. Cuando lo fusilaron lo lanzaron dentro de una zanja y sobre ella se construyó el Mausoleo el cual fue hecho por un amigo de él llamado Max Gamboa.
El Coronel Monteagudo vivía en Totonicapán en dónde dejó una viuda y tres hijos (dos hijos varones y una mujer).
Él era mi abuelo.»