La iglesia de San Cristóbal Totonicapán es reconocida por su arquitectura imponente y su importancia cultural, sirviendo como un símbolo duradero de la fe y la historia de la comunidad local.

El conjunto monumental parroquial de San Cristóbal Totonicapán, está ubicado en el centro del poblado, en el barrio Santiago, zona cuatro, es un sitio de gran importancia histórica y cultural.

Este conjunto abarca un área de 5,890.91 metros cuadrados, además de áreas adyacentes que aún pertenecen al municipio. Al norte está delimitado por la 6ª Calle y viviendas particulares; al sur, por la 4ª Calle y la Escuela Oficial Urbana Mixta Juan Bautista Gutiérrez; al este, por la 2ª Avenida, con viviendas, propiedades municipales, una cancha de baloncesto y la extensión de la casa parroquial; y al oeste, por la 3ª Avenida, donde se encuentran el edificio de la Municipalidad y terrenos municipales y privados.

La iglesia de San Cristóbal Totonicapán, que lleva el mismo nombre del municipio, es un valioso monumento de la arquitectura colonial, construido por religiosos franciscanos durante los siglos XVI, XVII y XVIII.

Basado en investigaciones históricas, se ha determinado que esta iglesia presenta características de los estilos románico tardío y barroco, tanto en su estructura como en los elementos que se encuentran en su interior.

La primera iglesia formal del lugar, construida en 1600, es considerada una de las más antiguas de Guatemala, posterior únicamente a la iglesia de Nuestra Señora de Concepción en Salcajá. Aunque en gran parte destruida, aún se conservan elementos como la fachada, la torre, un muro maestro, la sacristía y tres capillas. Esta estructura tenía una gran capacidad, con muros de adobe, piedra y ladrillo y un techo de madera cubierto con tejas. A pesar de numerosos terremotos a lo largo de cuatro siglos, su estructura se mantuvo firme gracias a los contrafuertes.

La segunda iglesia, que es la actual, fue construida contigua a la primera con un estilo franciscano colonial, elegante y austero. Es más grande y espaciosa que la anterior y fue consagrada en 1714 por el obispo Fr. Juan Bautista Álvarez de Toledo.

El conjunto monumental parroquial está rodeado por calles pavimentadas con adoquines de concreto gris y la única área jardinizada es el parque central, llamado «Parque Centro América,» que cuenta con un piso anaranjado y una rampa que conduce al atrio de la iglesia. Este conjunto no solo es un testimonio de la fe y la historia del pueblo, sino también un reflejo de su rica tradición artesanal, visible incluso en los adobes del convento que aún conservan fragmentos de cerámicas prehispánicas.