Esta casa fue construida aproximadamente en 1,912 por Amalia Morales, quien era la propietaria del terreno. Ella estaba casada con Alejandro Tobar Quevedo, originario de Salcajá. Los vecinos la conocían en esos días como la Casa de los Tobar. Los materiales utilizados son techo de lámina, estructura de madera de guayacán, paredes de madera de cedro y piso de cemento. El piso del corredor actualmente es de cemento, aunque originalmente fue construido de ladrillo tayuyo, siendo ésta, otra de las pocas modificaciones realizadas hace muchos años. En el interior las puertas son de dos hojas y con chapas de perilla. Las puertas y las ventanas del exterior cuentan con otra puerta adicional con vidrio en la parte superior para brindar iluminación al interior de la vivienda. El sistema eléctrico aún funciona con la instalación original. El propietario tiene el plan de instalar un cableado eléctrico con las nuevas especificaciones el cual estará oculto dentro de las paredes, el antiguo cableado quedará intacto en forma decorativa, como referencia histórica. En lo que respecta al color de las paredes, aún conserva el color verde original. En cuanto al diseño es única en su tipología en la ciudad de Coatepeque, ya que además de estar en esquina, cuenta con dos amplios corredores en las fachadas que dan a la calle en ambas direcciones, al norte y oriente. Los corredores al frente se utilizan más en la casa grande de las fincas o en el área rural.

Se puede observar que estos corredores tienen en sus extremos dos cuartos construidos, uno como recámara en el corredor norte y como cocina en el corredor oriente, es de suponer que estos dos cuartos fueron construidos en forma posterior al diseño y construcción original. La construcción de estos dos cuartos no permite obtener una ventilación cruzada, por lo que no es suficiente la ventilación para refrescar el área del corredor. Hace años cuando realizaron algunos trabajos de conservación, se encontró que debajo del piso de cemento toda la cimentación fue realizada con grandes piedras llamadas molones, la razón fue que se necesitó elevar el nivel del piso para evitar que el agua de lluvia entrara en la casa, esto debido a que durante el invierno la calle se convertía en un canal de río el cual desembocaba en el cauce conocido como el remolino.
Se espera que sus propietarios la conserven y la hagan trascender en el tiempo, ya que representa y da testimonio de la arquitectura vernácula, de buen gusto, sentido común y de adaptación al medio ambiente. Representa para Coatepeque su patrimonio arquitectónico histórico, el cual prácticamente ha desaparecido.