Ubicada en Antigua Guatemala, Sacatepéquez, la Ermita de San Lázaro se distingue por sus perfiles luminosos y bien definidos, así como por una fachada de innegable belleza. La sencillez de este santuario pastoril resulta más conmovedora que la majestuosidad de un templo urbano, invitando a reflexionar sobre el verdadero sentido de la fe.

Para el pueblo, la grandeza arquitectónica no siempre ha sido fuente de una piedad más profunda; sin embargo, para sus constructores, la búsqueda de perfección estética representa, en sí misma, un acto de devoción. En última instancia, no es la magnificencia del templo lo que se busca, sino el sacrificio; no la admiración estética, sino el acto sincero de adoración.

En consonancia con este pensamiento, merece destacarse la inscripción que adorna la portada de ingreso al cementerio: “La vida de los muertos consiste en la memoria de los vivos”. Aunque esta portada fue destruida por el terremoto de 1976, posteriormente fue restaurada, manteniendo su vigencia y significado, especialmente cada 1 y 2 de noviembre, durante el Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos, cuando los lugareños acuden a recordar y rendir homenaje a sus seres queridos que han partido.