Los trapiches de Nueva Santa Rosa: Tradición y trabajo comunitario

En la aldea El Chupadero, ubicada en el municipio de Nueva Santa Rosa, departamento de Santa Rosa, los trapiches representan una tradición viva y una fuente importante de empleo local. Uno de los más destacados en la zona es el Trapiche de Gelmer Méndez, considerado uno de los más grandes, y que brinda trabajo a aproximadamente 25 personas, contribuyendo significativamente a la economía de la comunidad.

El trapiche es un molino tradicional en el que originalmente se utilizaba la fuerza de animales para mover los rodillos que prensan la caña de azúcar y extraen su jugo. Aunque algunas industrias modernas han adoptado procesos mecanizados, el término trapiche continúa siendo usado para referirse a estos centros de producción artesanal. La estructura del trapiche está compuesta por una serie de molinos; el número de estos varía dependiendo del tamaño de la fábrica.

Los rodillos del molino están diseñados con surcos, lo que permite prensar eficientemente la caña y extraer su jugo. Este líquido, una vez recolectado, se lleva a las calderas donde se concentra y se cocina hasta lograr la cristalización del azúcar. En el proceso también se obtiene el bagazo, un subproducto fibroso que se utiliza como combustible para las calderas o como materia prima para la elaboración de papel.

De este proceso tradicional surgen productos emblemáticos como las melcochas batidas y la famosa panela, en sus presentaciones redonda o cuadrada.

La producción inicia con la siembra de la caña en septiembre. La cosecha y el proceso de molienda se realizan entre enero y febrero. La labor comienza con el molido de la caña, del cual se obtiene el jugo que es recolectado en un contenedor y luego trasladado a las calderas para su cocción. El líquido se carameliza durante aproximadamente 40 minutos hasta alcanzar la consistencia deseada.

Una vez lista la mezcla, se vierte en moldes redondos y cuadrados conocidos como marquetas. Estas se dejan secar entre 15 y 20 minutos. Una vez secas, las piezas se envuelven y empacan utilizando las hojas de la misma caña, en un proceso completamente artesanal. Finalmente, el producto es amarrado, empacado y transportado tanto a la Ciudad Capital como a los mercados locales y departamentales.