Ubicado en Totonicapán, Guatemala, don Carlos cuenta que la alfarería es una tradición familiar iniciada por sus abuelos y continuada por sus padres. A lo largo del tiempo, la familia se ha dedicado a la elaboración de apastes y comales. Con el paso de los años, las personas comenzaron a llevar sus propios diseños, lo que impulsó la creación de macetas y otras piezas decorativas, ampliando así la variedad de productos elaborados en barro.

Don Carlos comenzó a trabajar con el barro desde niño, y a los 18 años inició formalmente su labor como alfarero, especializándose en la elaboración de alcancías. Actualmente, son cuatro hermanos los que continúan con esta tradición artesanal. En ocasiones, realizan diseños personalizados a solicitud de los clientes, elaborando especialmente platos conmemorativos o recuerdos que reflejan la creatividad y la herencia cultural de la familia.