Soy artista porque siento que mi existencia se conecta con el mundo a través de una energía profunda que necesito compartir. Mi arte no surge de una mera creación, sino de un principio personal que guía cada gesto: la necesidad de expresar lo que siento en lo más profundo de mi ser. No busco solo crear, sino transmitir, hacer que lo intangible se vuelva tangible, que lo que se siente en el alma se haga visible en cada trazo, en cada forma, en cada obra.
Mi proceso no es solo una manifestación creativa, es una vibración interna que me impulsa a transmitir esperanza, fe y emociones que trascienden lo común.

Ser artista es para mí un acto de conexión, de canalizar esa energía que no se puede encerrar en palabras y transformarla en una experiencia que el espectador pueda sentir, más allá de verlo. Cada obra es una extensión de esa energía vital, un reflejo de la interacción constante entre mi ser y el mundo, y es a través de ella que logro trascender, no solo en el arte, sino en la forma en que conecto con los demás.