Carlos Fernando Vargas Tobar escribe como quien abre un cofre lleno de palabras viejas y nuevas, sin miedo al desorden ni al asombro. Maestro de vocación, artista por impulso, sus textos navegan entre lo cotidiano y lo simbólico, con humor, memoria y algo de magia. Le habla al lector como a un amigo de infancia que todavía cree en los secretos del universo. Escribe desde Guatemala, pero su brújula apunta siempre a donde las palabras tengan sentido.

Explora los límites entre lo real y lo imaginado con la misma naturalidad con la que un niño dibuja monstruos en la orilla de sus cuadernos. En su obra conviven la ternura y la crítica, el juego y la herida, la historia y la invención. Sus relatos, versos y pensamientos no buscan respuestas, sino preguntas que se queden a vivir un rato en quien los lee.