¿Cómo es la dinámica de las exposiciones? ¿Todas las obras están a la venta? ¿Algunas sí y otras no? 

Obviamente es una galería de orden comercial, mas ese enfoque no es el que escoge los proyectos. La curaduría y la museografía de las exposiciones están bajo mi supervisión, pasan por este rigor de formal de analizar el proyecto. Recibo miles de propuestas, mas sólo pasan por revisión. Tengo muy clara la línea que me interesa trabajar. Sin demeritar el esfuerzo de otros espacios, creo que la importancia de una asesoría radica mucho en la curaría de proyectos. Yo normalmente para el mes de noviembre ya tengo establecida mi agenda. El año pasado fue muy cargado, sabía que iba a ser un un año de mucho trabajo y mucho compromiso: fueron programadas 11 exposiciones, casi una por mes. Y el próximo año se proyecta bajar un poquito el ritmo, creo que ya se cumplió con lograr esa visibilidad de cualquier inicio. Van a ser cinco exposiciones individuales, versus las once que fueron planificadas este año. Ya están escogidas las exposiciones.  

Siempre hay un área de colectiva; la galería, en la parte abajo está dedicada a la exposición individual, y el área de arriba permite seguir exponiendo artistas con los que siempre trabajo. 

¿Las exposiciones de arriba son permanentes?  

Siempre trato de rotarlas; cuando hay cambio en la individual, hago el ejercicio de rotar también la exposición de arriba, o sólo con el hecho cambiar la museografía, que es algo que también refresca. Entonces, entiendo todos estos principios que para otros espacios serían como trabajo doble, pero en mi caso, como estoy metido en esto, y sé cómo funciona, guardo la posibilidad de mantener fresco el espacio.  

Sí estoy abierto a recibir propuestas, pero normalmente sigo el rigor de lo que a mí me interesa. Por lo menos la exposición de Cabrera fue una exposición muy compleja. Creo que era una exposición que le correspondía a museos, a espacios institucionales, pero, si nos quedamos esperando, no se hace nada. Entonces, me planteé que quería iniciar el año con una exposición importante, que también era una estrategia de formalidad que como espacio tenía que hacerse. Fue una exposición muy visitada, quizás la más visitada, vinieron muchos coleccionistas, muchas universidades. Se nota el impacto que sigue teniendo; lastimosamente hay mucha burocracia en todos los espacios formales en los que tocaría estar esa exposición. 

¿Esa colección era de la familia? 

Sí, propiamente, de la hija. Mucho atropello en la gestión, pero creo que lo fui entendiendo sobre la marcha. Pero como espacio era importante realizarla; se hizo, y al final fue muy visitada. Y coincidió con otros espacios, porque justamente para inicio de año hubo cuatro exposiciones muy importantes de grandes maestros. En la ENAP, estuvo Danny Schafer; en La Antigua, Margarita Azurdia; en Sol del río, Jamie Bischop y Cabrera.  Entonces fue muy interesante lo que pasó con esta sinergia a principio del año. 

Los próximos proyectos 

La exposición de Larraitz, que es una artista vasca. Es una exposición que estaba programada desde hace un año; ella estuvo viviendo en España, cabalmente, hizo la producción del formato pequeño y vino a hacer las piezas en formato grande; pintura propiamente, y piezas collage. Ella va a estar de mediados de septiembre a mediados de octubre. Luego, viene Cecilia Porras, de mediados de octubre a mediados de noviembre. Y luego la colectiva, que siempre hago una colectiva de fin de año, que cierra. Y para iniciar, en febrero, la próxima exposición del año, que será Álvaro Sánchez. Luego Eric Boror. Luego, de El Salvador, Abigaíl Reyes y Walterio Iraheta. Luego, Igal Permuth, de Guatemala. Posiblemente habrá otra, aún no pensada.  

 ¿En la colectiva de fin de año quiénes van a exponer? 

La mayoría, artistas con los que he estado trabajando. Los once de rigor que estuvieron en las individuales, y posiblemente incluya piezas de Cabrera, Álvaro Sánchez, Javier Payeras.