Doña María Elena Ramírez es una destacada mujer Maya Tz’utujil que ha jugado un papel fundamental en la promoción de la cultura a través de la gestión cultural basada en la tejeduría, el emprendimiento y la política. Proveniente de una familia de escasos recursos, María Elena comenzó a tejer a la temprana edad de ocho años utilizando los tallos secos de banano, creando tejidos de petate como un juego. A pesar de las reprimendas por no ayudar en casa, ella continuó perfeccionando su arte.

A los trece años, empezó a interesarse en la tejeduría al observar a su abuela. Recogía los restos de hilo y replicaba los diseños que veía, aprendiendo a tejer de manera autodidacta. Sus primeras creaciones fueron fajas adornadas con pompones. Durante su adolescencia, entre los trece y los dieciséis años, perfeccionó su habilidad en la confección de fajas y listones.

A los diecisiete años, María Elena comenzó a trabajar en las fincas, donde sus habilidades y liderazgo la llevaron a recibir el cargo de caporal y un aumento en su sueldo. A los diecinueve años se casó y, durante trece años, se dedicó al hogar. Sin embargo, enfrentó dificultades económicas cuando los ingresos de su pareja no eran suficientes. Decidió retomar la tejeduría para generar ingresos, elaborando fajas, servilletas, pantalones cortos y camisas. Ante la falta de mercado, amplió su emprendimiento a la confección de pantaloncitos, camisas y playeras. Además, empezó a empoderar a otras mujeres de escasos recursos, viudas, madres solteras y personas de la tercera edad, enseñándoles a tejer y organizándolas en grupos de emprendimiento.

El liderazgo de María Elena pronto fue reconocido por organizaciones locales. Fue invitada a una capacitación en la Alcaldía auxiliar de la aldea, donde conoció al diputado Pepe Carlos. Con timidez, expuso las necesidades del grupo de mujeres y solicitó apoyo para encontrar mercado para sus tejidos. El diputado se comprometió a ayudarles. Ocho días después, María Elena recibió una invitación del Museo Ixchel para presentar una muestra de su trabajo en la Ciudad Capital. El museo quedó impresionado con el trabajo del grupo, pero solicitó que usaran hilos naturales producidos por ellos y que María Elena diseñara nuevas creaciones. Con la ayuda de Dios y su talento, logró diseñar piezas que impresionaron al museo. Gracias a esto, generó empleo para más de 25 mujeres de su aldea y comenzó a recibir ingresos quincenales.

A partir de los acuerdos de paz en 1996, la indumentaria de los pueblos indígenas ganó reconocimiento y comenzó a ser utilizada en escuelas y eventos. Esto permitió a María Elena y su grupo iniciar un emprendimiento de elaboración y alquiler de indumentarias de los pueblos de Guatemala, beneficiando tanto a nivel local como internacional.

Después de dos años de colaboración con el Museo Ixchel, su trabajo llamó la atención del Museo Algodón Maya, que comenzó a hacerle pedidos para exportación internacional. Reconocida por su espíritu emprendedor y su gestión solidaria, María Elena fue invitada a formar parte de equipos políticos. En 2016, aceptó unirse a un equipo partidario político liderado por primera vez por una persona Maya Tz’utujil. Su participación contribuyó al éxito del partido, y, a partir de ahí, apoyó a las mujeres de su aldea y del municipio de Chicacao desde la Dirección Municipal de la Mujer, cargo que ocupó hasta 2018.